La diferencia entre llamado y nombramiento
Alguien dijo que el hombre nace dos veces. La primera vez cuando viene al mundo y la segunda, cuando encuentra su propósito. Uno de los grandes éxitos del ser humano es entender su propósito, porque vivir sin él, ¿acaso no es el mayor desperdicio de tiempo?
El reto es estar en el propósito correcto. Por eso, el proverbista dijo continuamente que debemos rendir nuestros planes a Dios, nos dio a entender que el hombre propone, pero Dios dispone. ¿Por qué es esto? Creo que por lo mismo que dice la Biblia: el corazón del hombre es perverso, se desvía rápidamente.
Cuando dejamos que nuestro corazón dirija el rumbo de nuestra vida, podemos terminar en lugares que no queremos estar, en situaciones que no podemos soportar y con un camino largo por recorrer para encontrar la senda correcta. Por eso es importante conocer nuestro propósito. Para qué fuimos creados. Con qué talentos nacimos y dónde debemos desarrollarlos.
Por lo tanto, si uno de los éxitos del hombre es conocer su propósito, uno de sus mayores fracasos es ignorarlo.
La ignorancia no es mala. Simplemente es ausencia de conocimiento. Todos nacemos ignorantes, pero fuimos aprendiendo ciertas cosas que nos hicieron sabios.
Aprendimos a hablar, a caminar y a correr. Aprendimos a escribir, a comunicarnos con ideas claras y a hacer cálculos matemáticos complejos. Otros aprendieron, por su inclinación nata, sobre ciencia, y otros sobre arte. Unos sobre geología y otros sobre astronomía. Aprendimos y dejamos de ser ignorantes.
Y a medida que aprendimos, fuimos perfeccionándonos en ciertas cosas, en nuestros dones. La Biblia dice que hay diversidad de dones. Algunos saben administrar mejor que otros, algunos saben hablar en público mejor que otros, unos tienen el don de gentes más desarrollado que otros.
¿Sabes cuál es tu talento, tu don?
Si el éxito del ser humano es conocer su propósito, su fracaso es tener un don especial y no desarrollarlo.
Génesis cuenta la historia de la creación, de cómo Dios creó la vegetación y los animales “cada uno según su especie”. Es decir, un roble, por más que quisiera solo podría ser robre. Un delfín, por más que quisiera volar, no podría porque fue creado delfín.
¿Para qué fuiste creado?
Bien dice el dicho: el que es perico, donde sea es verde.
Si el éxito del ser humano es conocer su propósito, su fracaso es ser algo especial y querer ser algo común.
Dios nos ha llamado a ser alguien y el hombre nos ha nombrado para ser algo. Cuando esas dos cosas no coinciden, hay caos. Solo hay caos si no se sabe para qué Dios nos llamó, para qué nos formó, cuál es nuestro don y cuáles son nuestros talentos. El llamado es para siempre, el nombramiento es temporal.
Hay quienes tienen el nombramiento de líderes, pero no el talento, y causan destrucción. Hay quienes tienen el llamado de líderes y como el hombre de la parábola, “lo esconden” y viven miserables toda la vida. Hay quienes tienes un llamado y lo desarrollan, aunque no tengan el nombramiento y crecen. Hay quienes quieren un nombramiento porque desconocen su llamado.
¿Conoces tu llamado? ¿Buscas un nombramiento?
Dios nos ha formado para ser alguien, pero el ser humano se esfuerza por ser algo.
No busquemos un nombramiento, llevemos a cabo nuestro llamamiento.
Quizás estás desarrollando un nombramiento que es distinto a tu llamado; realízalo lo mejor que puedas, pero no olvides para qué fuiste llamado. Quizás fuiste llamado a algo y quieres el nombramiento, haz lo que Dios te ha mandado a hacer tengas o no el nombramiento del hombre. Quizás tienes un llamado, pero quieres el de alguien más, Dios no se equivocó al dotarte de habilidades especiales, desarróllalas. No necesitas un nombramiento humano para desarrollar un llamado celestial.