3 mentiras y 1 verdad que nos dicen a los hijos de pastores
Mi papá tenía un dicho «Si digo que la mula es parda, es porque tengo los pelos en la mano». Dando a entender que si se habla de algo es porque se tiene experiencia.
Y pues, no sé mucho de mulas, pero sí de ser hijo de pastor.
El artículo que escribí, “6 mentiras y 1 verdad que decimos los hijos de pastor” se explica solo. Ahora quiero compartir las mentiras que nos dicen a los hijos de los pastores. Y no son mentiras mal intencionadas, aunque no sé si existe eso, sino quizás, en ignorancia.
No puedo dejar de resaltar el hecho que en la cultura evangélica y social existe la idea de la herencia. Esperamos que los padres hereden a los hijos sus bienes materiales como casas, terrenos, cuentas de ahorro, y más; y en la iglesia, pues, si uno de los padres es un fiel servidor, se espera que los hijos hereden esa misma vocación, y los pastores no son la excepción.
Por lo tanto, en nuestra mente latinoamericana, si un dueño de comercio tiene hijos, se espera que ellos continúen con el legado familiar y en el pastorado, igual, esperamos que los hijos, o unos de los hijos siga con el llamado.
El problema es que el llamado al servicio no es hereditario, el llamado a ser pastor no se hereda, de ser así, Efesios 4 debería decir «A unos padres y sus hijos, constituyó apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros…».
Pero ¿qué hacemos con esos relatos de hijos de profetas, profetizando?, ¿o hijos de reyes heredando reinos?, ¿o los hijos de Elí ministrando en el templo?
Nada.
No podemos decir que, porque Salomón heredó el reino de su padre David, yo, como hijo de Carlos, heredaré la iglesia que él pastorea. El llamado a ser pastor no se hereda. Así como la buena reputación no se hereda, el pastorado tampoco.
Así que, estas son algunas de las mentiras que nos dicen a los hijos de pastor:
Hijo de tigre…
La mayoría de los pastores son elocuentes predicadores, por lo tanto, es normal que, así como los hijos imitan algunas características de los padres, la elocuencia de la predicación sea imitada, y eso de lugar a las que las personas crean que ese imitador tierno y gracioso será el siguiente pastor de la congregación.
Como dije, la mentalidad latinoamericana nos impulsa a creer que los hijos deben continuar con lo que los padres iniciaron, por lo que es fácil decirles a los hijos de pastor que ellos serán los siguientes en el pastorado, como si de una monarquía se tratara.
Esta mentira puede ser infundida por la incertidumbre que la congregación pueda tener sobre un plan de sucesión, o la falta de claridad del pastor tenga sobre este tema o la ignorancia sobre qué dice la Biblia al respecto.
No todos los hijos de pastores son llamados a ser pastores.
Hay que darle oportunidad en el púlpito
La predicación no es un juego, y no se hace mejora con la práctica, como si de un deporte se tratara.
Por supuesto que la habilidad de hablar en público es eso, una habilidad que se va perfeccionando, pero el púlpito no es una caja de práctica de bateo, donde con el tiempo se mejora la precisión del golpe del bate a la pelota.
Esta mentira se promueve por la idea que “la práctica hace al maestro”, y mientras más pruebe, mejor lo hará. Pero la Palabra de Dios no se predica practicando, sino por llamado.
No todos los hijos de pastores son llamados a predicar.
A falta de hijo, yerno
Las hijas de los pastores no se libran de esta lista. Sus posibles pretendientes son vistos como parte del plan de sucesión, si no hay hijos en el hogar. Esto no solo es mentira, sino hasta cierto punto, machista.
Los yernos de los pastores son perfilados como líderes para cubrir el puesto que tuviera un hijo, y son encausados en la espiral de mentiras sobre su función en la iglesia.
No todos los yernos de pastores tienen el llamado al ministerio.
No puede haber mentiras sin por lo menos una verdad:
Al pensar en una sucesión familiar, se le quita a Dios la soberanía sobre la congregación
Es verdad que al pensar “Uno de mis hijos debe quedar en mi lugar” o “Uno de los hijos del pastor debe quedar en su lugar” es restarle a Dios soberanía sobre la congregación. Dios es el Pastor de pastores, él sabe lo mejor para la congregación.
Dios puede guiar a los líderes a nombrar al sucesor del pastor sin que tenga que ser un familiar, así como los apóstoles escogieron a los 7 diáconos para servir las mesas; o la suerte sobre el sucesor de Judas.
Al imponer nuestro deseo, pecamos de arrogantes e incrédulos, pero Dios es soberano y conoce quién es la persona que servirá como guía de la congregación.
Erikson García Calderón
noviembre 7, 2022 @ 8:37 am
Buenísimo comentario mi estimado hermano. Eso me enseñaron y obligaron mis padres que eran pastores. Por eso opté por el estudio de la Teología. Lo cual no he impuesto ni lo haré con mis hijos.
Gracias por esta poderosa reflexión!!!