Lecciones que no aprendimos de la pandemia
Muchas cosas pasaron en Guatemala durante la pandemia del COVID-19. Y a pesar de lo devastador que está siendo para la economía, la recuperación está avanzando, lenta, pero está avanzando.
Mucho aprendimos y estamos aprendiendo de esta situación que lejos está regresar a la normalidad, porque ¡cómo nos cambió la vida!
Usar mascarillas o cubre bocas casi todo el tiempo, lavarnos las manos a cada momento, usar de gel antibacterial, rociarnos con no-sé-qué fórmula de líquido…en fin.
A medida que empezábamos a recuperar nuestras libertades, como salir el día que quisiéramos en nuestro vehículo, o regresar a la hora que quisiéramos a nuestra casa, se empezaron a evidenciar los cambios que no permitimos que sucedieran.
No aprendimos nada durante la pandemia.
Recuerdo la broma que se hacía en redes sociales ¡“hay de aquél que se queje por el tráfico”!, y ¿qué pasó a los días? El denso tráfico sacó de nosotros la misma inconformidad por pasar horas “a vuelta de rueda”. Nos seguimos quejando del tráfico ¡cuando vamos en el tráfico!
Otro cambio que se pudo implementar y no se hizo fue la modernización del transporte urbano. Guatemala cuenta con un monopolio del sistema de transporte público, que al momento de redactar estas líneas, no está habilitado al 100%. Y a medida que se han ido habilitando líneas de transporte, nos hemos dado cuenta que nada ha cambiado.
Los choferes de los buses siguen cometiendo los mismos abusos viales, conduciendo de una manera temeraria, irrespetando las leyes de tránsito. Anarquía total, sin que haya un claro indicio de cambio.
Los usuarios del transporte siguen utilizando los espacios no autorizados para subirse a los buses, aportando con ello, al caos vehicular.
No aprendimos nada durante la pandemia.
Los gobiernos municipales pudieron utilizar la pandemia para implementar cambios en el uso del transporte y hacerlo más “verde”, habilitando verdaderas ciclo vías, no líneas pintadas cual alumno de primaria.
La modernidad pudo alcanzarnos, pero no escabullimos. El progreso pudo venir, pero decidimos retroceder.
¿Será que necesitamos otra pandemia para implementar los cambios que verdaderamente nos hagan progresar como país?